CHRISTOPHER PRIEST, EL ESCRITOR QUE SIEMPRE RECOMIENDO A TODO EL MUNDO



Pero nadie me hace caso. 

Tal vez se deba a que su nombre no aparece en las listas de best sellers de los últimos quince años, o quizás a que su obra está desperdigada por un montón de editoriales. Y bueno, algunos libros de Priest no han llegado ni a la traducción. Mi deseo: una reedición integral de su obra al castellano, mejorar las traducciones anteriores, y un diseño de cubierta a la altura; que invite a las nuevas generaciones a meter la cabeza en sus alucinantes historias. Y ya que de pedir se trata: una colección, Christopher Priest: the very best... No estaría nada mal.

Otra de las razones por las que algunos amigos no me hacen caso, es porque el género de la ciencia ficción atraviesa un momento boyante. ¡Hay tanto que leer! Lo sé. Solo pido un voto de confianza: echarle un vistazo y darle una oportunidad.

En el mundo anglosajón, Christopher Priest no es para nada un desconocido. Nació en Manchester, en 1943, y gracias a su talento, oficio e imaginación, ha logrado colocarse dentro de la crema y nata del género. Más premiado que la selección brasileña de futbol, o casi, lo ha ganado todo: el World Fantasy Award for Best Novel, por su obra más importante: El prestigio (premio que solo ganan escritores de la talla de Stephen King, Michael Moorkock, George R. R. Martin, Dan Simmons, Anne Rice, Orson Scott Card…). También ganó el  Arthur C. Clarke Award, compartiendo galardón con astros de las letras: Margaret Atwood, Amitav Ghosh,China Miéville… y ha quedado finalista del Hugo por lo menos un par de veces. Ha Coqueteado con el mundo de la televisión, incluso estuvo involucrado en guiones para Doctor Who (aunque no salió muy bien parado de la experiencia). Tampoco le ha hecho ascos al cine: su trabajo más sobresaliente fue el guión de eXistenZ (1999), dirigida por David Cronenberg; y su libro El prestigio, fue llevado a la pantalla grande por Christopher Nolan.

Actualmente puedes leer sus artículos en el periódico The Guardian, como responsable de los obituarios a los fallecidos en el mundo literario. También puedes seguirlo en su página web; siempre tiene algo interesante que contarnos.




Fan de hueso colorado de G.H. Wells y de los viajes en el tiempo. Su novela La maquina espacial, es un claro tributo a su ídolo. Los fans del steampunk no se sentirán decepcionados con la historia de este viaje loco; entre ambientes victorianos, naves y artilugios en sintonía con el estilo. Diversión asegurada. 

Siguiendo con la fascinación de Priest por los viajes en el tiempo, vale la pena leer su libro de cuentos: Un verano infinito. Destaco, por en encima del cuento que da título al libro, y a tenor de que algún fan de Priest me queme en la plaza pública; el cuento Vagabundeos pálidos. Parques con canales magnéticos y puentes que te llevan al ayer, al hoy y al mañana…

¿A que ya te está picando el gusanillo con esto de darle una oportunidad a Christopher Priest? 

A ver si logro convencerte…


El libro de Priest que siempre recomiendo: UN MUNDO INVERTIDO



Aunque El prestigio es su obra más representativa, y merece su propia entrada en el blog (prometo que así será más adelante); considero que Un mundo invertido es su gran obra, la más redonda, la esencia de todo lo que Priest representa y aporta dentro del género de la ciencia ficción. No recuerdo ni cómo llegó a mis manos, pero después de leerlo, me tiré varías semanas pegada a  todos los libros que fui capaz de conseguir.  

Hay obras que se fijan en el cerebro como si tuvieran garras. Cuando te vienen a la cabeza imágenes y momentos importantes de esas historias tan buenas, te cambia el semblante, se te pone la piel de gallina, y te preguntas: ¿cómo se le pudo ocurrir algo así? Eso me pasa con este libro. Hace unas semanas volví a leerlo, tenía muchas ganas de revivir la experiencia, y debo decir que no han dejado de sorprenderme la cantidad de detalles que hacen que esta historia emocione y asombre de verdad. 

Un mundo invertido es la historia de un hombre joven, Helward Mann, aprendiz de gremialista de primera clase, que vive en un lugar llamado Tierra. Tierra tiene una particularidad: es una ciudad que se desplaza sobre rieles —sí, un rollo al estilo de El castillo vagabundo (Hayao Miyazaki)—. Siempre hacia delante, intentando mantenerse cerca del Óptimo (la posición ideal que debe alcanzar la ciudad). Pero mover la ciudad, no es tarea sencilla; está llena de misterios, secretos y preguntas, a las que nuestro aprendiz se irá enfrentando a lo largo de toda la novela. 

Priest construye un mundo, y ¡qué mundo!, pero no te satura de información ni de detalles superfluos; error recurrente en muchos de los autores de ciencia ficción de su generación. Se clavaban tanto en construir mundos complejos; en describir y describir —hasta la composición química del metal de la pulga robot, del perro del personaje que pasaba por allí—, que se olvidaban de la acción, de los personajes, del alma de la historia.  Que Priest no se detenga capítulos enteros en esos detalles no hace que la imagen de su mundo carezca de poder. Para él, lo más importante es mantener el misterio; que el lector se agarre de la mano a Helward Mann y lo acompañe en el viaje; que crea con él, que dude con él.  

El juego entre la realidad aparente y la verdad, es alucinante. Alguna vez leí por allí que, Un mundo invertido está en la línea de los trabajos de Philip K. Dick, no en la forma, pero sí en el fondo. Y no le falta razón. A los dos les gusta jugar con nuestra percepción; a los dos les gusta hacernos dudar de lo que nuestros sentidos registran. Los dos son tan puñeteros, y tan fascinantes, que, cuando terminas sus libros y levantas la cara hacia la realidad, te preguntas: ¿Todo esto es verdad? Y no hay historia más valiosa, creo yo, que la que te deja con más interrogantes que certezas.

Otro tema importante, no solo en Un mundo invertido, sino en gran parte de la obra de Priest, son las dudas sobre el futuro incierto hacia el que se encamina la humanidad, y los choques culturales que sobrevendrán con los cambios. La novela, escrita en 1973, no escapa a los problemas que preocupaban a su generación: el cambio de paradigmas y la incertidumbre generada por los grandes acontecimientos políticos y económicos que marcaron la segunda mitad del siglo XX; caldo de cultivo de gurús religiosos y políticos que dijeron ser dueños de la verdad y la salvación. No es por alarmar, pero todo esto me sigue sonando a tiempo presente.

Un mundo invertido comparte con otros trabajos del autor —La afirmación o Sueño programado, por ejemplo—, aquella máxima popular de  “no todo es lo que parece”. No hay placer más delicioso que dejarse engañar por una historia y terminar con cara de sorpresa. Y aunque Priest , a veces, da algún  giro dramático a sus historias —esos tan populares  hoy en día—; la mayor sorpresa no se queda en eso, en un recurso narrativo. En la novela, la conclusión es clara, pero la revelación es más profunda:  radica en lo que no revela, en el poso que deja la historia en tu imaginación. 

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Como colofón, y volviendo al autor, debo advertir que  (parece argumento de una de sus novelas. Me recordó vagamente a los hermanos de su libro El último día de la guerra, o al protagonista de La afirmación), no debes confundir a este Christopher Priest, con el otro Christopher Priest, que también es escritor. El segundo Priest —casi tan famoso como el primero—, es una autoridad dentro del mundo de los comics, pero no es "el sacerdote" que nos ocupa en este momento. Tal vez otro día…


Ahora te toca ti, estimado lector. Recomiéndame historias que te hayan despertado dudas sobre la realidad, sobre lo que te dicen los sentidos. Estaré encantada de leerlas y compartir impresiones contigo.

*Fotografía de Christopher Priest: https://christopher-priest.co.uk

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