DÍAS NUBLADOS



A la memoria de mi amigo José Luis…

Hace unos días la tierra volvió a sacudir mi país de origen, México. No estuve allí, no estoy allí ahora. No puedo hablar del terror y la incertidumbre a la que se han enfrentado los míos y el resto de la población durante todos estos días. Yo estaba acá, en España. Ya era de noche, e iba llegando a casa. Mi móvil andaba dando problemas, logré que funcionará casi en el momento exacto del terremoto. Lo primero que supe fue a través de los mensajes de whatsapp del grupo de mis amigas mexicanas en Valencia —mis Comadrejas—. Aún seguíamos con el miedo en el cuerpo por el terremoto anterior, y ahora esto. Le envié un mensaje a mi hermano, mientras intentaba marcar con el teléfono fijo a casa de mis padres. Mi hermano respondió pronto: «Hola, todos bien, ya estoy con ellos». No puedo describir a qué me supieron esas palabras, creo que las personas que viven lejos de la familia carnal, saben de lo que hablo. Es lo único que necesitas saber, «todos bien», para que el suelo que hay en tu cabeza deje de moverse. No pude hablar con mis padres hasta el día siguiente… Ni yo, y creo que ningún mexicano en cualquier rincón del planeta fue capaz de dormir aquella noche.

Lo que siguió, lo que he visto por internet y televisión los días siguientes… no voy a describir las emociones, la tristeza, porque no tengo palabras, solo puedo decir que es algo que no deseo que le pase a nadie, nunca. 

A pesar del sol de Valencia, de los días calurosos y brillantes, hay encima de mí una nube… Llegó la culpa. No estuve allí. No estuve para mi familia, para mis amigos, no estuve allí para mi ciudad. No estuve para consolar a nadie, no estuve para ayudar. Durante días sentí mis manos muertas. Solo tengo las palabras que ahora les entrego para compartirles cómo es esto desde fuera. También porque necesito agradecer a todos aquellos que, a pesar de lo que estaban pasando, de lo que estaban viviendo (y siguen pasando, y siguen viviendo), tuvieron la amabilidad, el enorme detalle de hablar conmigo para informarme sobre mi familia, sobre mi barrio, mi ciudad. Necesito agradecer a muchas personas, perdónenme si aún no lo he hecho.

Pero, sobre todo, necesito darte las gracias a ti, José Luis. 

En estos días nublados, una sucesión de recuerdos reconfortan mi corazón roto. Estás en todos ellos, y son mi gran tesoro. Siempre nos acompañamos, siempre nos expresamos el cariño mutuo, siempre estuviste conmigo. En estos día nublados, me reconforta recordar ese corazón tuyo tan grande, esa lealtad de roble. Me reconforta recordar la emoción con la que vivías tus pasiones. Sabías ser feliz, nunca tuviste miedo de la felicidad, luchabas por ella con uñas y dientes. En estos días nublados, es tu luz la que me reconforta.

Gracias, amigo, por dejarme tantos recuerdos tan bonitos. Estas nubes pasaran, lo sé. La vida continúa, pero ya no será de la misma manera. Algo se ha movido dentro de todos nosotros, algo que nos ha cambiado, pero seguiremos recorriendo el caminito mientras nos sostengan las piernas. Allí estará la sonrisa de Rita para iluminarnos. Te voy a extrañar muchísimo, pero sé que aquí estarán los recuerdos, para sentirte cerca; hasta que el tiempo quiera y nos volvamos a ver.

Nunca olvidaré el día que nos conocimos, las pláticas infinitas, tu café con esencia de avellanas o chocolate, los bagels. Nunca olvidaré tu emoción ante la música, el cine, ante las cosas de la vida que te hacían sonreír. No olvidaré verte enamorado de Yanet, tu cara iluminada cuando la conociste y supiste que era ella la mujer que estabas esperando. No olvidaré la tarde de tacos, después de tanto tiempo, esa sería la última vez que nos veríamos, aunque, y a pesar de la distancia, siempre estuviste cerca. Tengo en mi salón de casa, la almohada de Bela Lugosi que me regalaste; en mi corazón tengo tus consejos y las palabras de aliento ante mis múltiples caídas. No olvidaré el día que me dijiste que estabas embarazado. No olvidaré el día que supe que Rita había llegado al mundo, ni olvidaré tu lucha diaria y la fuerza con la que enfrentabas la adversidad. Eras buen marido, buen padre, buen hijo y amigo. Eras pura bondad, José Luis.

Esto nos has dejado y con todo esto nos quedamos los que tuvimos el honor de conocerte y formar parte de tu vida. Gracias por iluminarnos, gracias por caminar junto a nosotros.

Estos días nublados, algo profundo se ha movido dentro de  nosotros. Depende de todos volver más fuertes y amorosos cuando el cielo se despeje.

Gracias, amigo, gracias por todo. 


2 comentarios:

  1. Palabras muy emotivas y bonitas :')
    Todo esto ha sido muy duro para los mexicanos y saldremos adelante.
    Te quiero Myris!
    Gloria.

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    Respuestas
    1. Gracias, Gloria. No nos queda de otra, a levantarse. Te quiero mucho yo a ti.

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